Ángeles caídos...


« Agárrate fuerte que vienen curvas». 
 ¿Cuántas veces habéis escuchado u os han dicho esa frase? Cada vez me pregunto más, cuánto dinero habré gastado en montañas rusas buscando la emoción de esas curvas, cuando yo misma era una de ellas y ni siquiera lo sabía.

Hace bien poco, os hablaba de nuestros ángeles, su importancia en nuestras vidas y todo lo que hacían por nosotros, pero... ¿qué pasa cuando son ellos los que caen, cuando están inmersos en una curva que parece convertirse en abismo? En ese momento no puedo evitar preguntarme hasta qué punto mi salud esclerótica puede dar apoyo sin que algunos de mis pilares se desmorone. ¿Pensamiento duro? Duro se aleja mucho de lo que supone realmente.
Incluso antes de la em ya me planteaba que sin ni siquiera quererlo o pararme a pensarlo, en muchas ocasiones soy una ONG: encuentro a alguien con la que siento una conexión aunque sean solo semanas las que lleva en mi vida, y me vuelco en ella sin plantearme nada más; ni mi salud ni los efectos de la intensidad de mis sentimientos en ella. ¿Tonta? Quizá, e incluso muchos creerán que me quedo corta.

Desde pequeña escuchaba a mis familiares decirme lo « sentida» que era, que no debia involucrarme tanto en los demás y centrarme más en mí, que no podía sentirme identificada en cada situación que veía ni en cada persona que conocía. Con el diagnóstico de la em hace ya casi diez años, creí haber sido capaz de controlar esa intensidad de mis sentimientos a los demás; un trabajo y una pareja estable y devota me permitían centrarme en priorizar qué o cuánto debo sentir; pero la teoría siempre resulta fácil cuando no tienes que enfrentarte a la práctica. Y sin verlo venir... ¡¡Boooom!! Práctica en toda la cara y sin previo aviso —con ese previo aviso todo sería más fácil y no tendría gracia ¡claro!—.

Quizá sea cierto —yo aún no lo creo al 100%, pero dios dirá...— aquello de que « el tiempo todo lo cura» pero, todo... ¿es? ¿La muerte? ¿La distancia con una persona que quieres? ¿El diagnóstico de una enfermedad como la em? ¿La decepción? ¿El abandono? No creo que se pueda cuantificar, cada uno sentimos de una manera diferente, a cada uno nos afecta de una forma cada situación a la que nos enfrentamos aunque sea la misma que al de al lado, pero... ¿ no es cierto que pasado un tiempo con el diagnóstico de em, hasta encontrarnos a nosotros mismos nos sorprende? O incluso, darnos cuenta que nos estamos encontrando sin ni siquiera pretenderlo de manera consciente. Nuestra vida, esa que parecía ser conocida para nosotros, esa en la que sentíamos la comodidad de conocerla... se desvanece y sentimos caer en la lona.


 

¡Gran vídeo y mejor mensaje! Uno de mis pilares parece enfrentarse a miles de preguntas que hasta ahora quizá ya estaban en su interior pero no había ocurrido nada que los hiciera salir a la luz. Sí la em parece decidir en qué puedo implicarme y en qué no, qué merece la pena —si es que algo lo merece— el dejarme coja, temblorosa o transformar esa pena en un dolor físico. ¿Que todo sería más fácil si viviéramos en una burbuja que nos aislara de todo dolor? Sí, pero también nos aislaría de sentir... de vivir.

No, no pienso hacerlo. Si mis ángeles me ofrecen su mano para ponerme en pie... ¿Cómo no hacerlo yo?  Aunque eso supongo que a mis propios pilares, esos que empecé a construir desde hace años, les haga resquebrajarse pero... de todo se aprende ¿no? Ese todo del que antes hablaba y ahora vuelve a repetirse es solo el cúmulo de experiencias que resquebrajan y reconstruyen nuestros pilares.

La em no decide qué tengo o debo hacer; yo decido vivir con la intensidad que quiera, sin pensar en las consecuencias y solo en todo lo que me aporta esa decisión... ¿qué decidís vosotros?



2 comentarios:

  1. Las dificultades en la vida, la enfermedad, el abandono, son golpes muy duros cuando te has abierto en canal. Y no siempre el tiempo lo cura todo, quizás atenue el dolor o simplemente te acostumbras a convivir con él. Suerte tenemos Angie de esos Ángeles que sin preguntarnos nada nos ofrecen sus manos para levantarnos. Lástima que a veces seamos crueles con ellos cuando vivimos en el dolor. Al final se decide vivir intensamente ya sea en el placer ya sea en el dolor.

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  2. La enfermedad no decide que debes hacer,eso es cierto, pero si como lo debes hacer....por desgracia es una mala consejera a la que siempre hemos de preguntar.

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