Paso a paso; brote a brote
Suspiro a suspiro; bufido a bufido
Nunca dejamos de aprender, queramos o no.
¡¡Vaya manera tenemos de aprender los «escles»... ¿o soy solo yo?
Aún sin haber terminado esas pruebas que nos cuelgan en la espalda el cartel de "conejillo de indias", por fin volvió la rutina a mi día a día; ¡¿quién me iba a decir a mí que la rutina podía tener una connotación positiva?! Si algo nos enseña nuestra enfermedad —y por no atribuirnos todo el mérito, supongo que todas las enfermedades lo hacen— es la cantidad de enseñanzas que nos ofrece; eso sí, sin pedirlas: las alas de nuestros ángeles se regeneran, nuestras pilas se cargan sin incremento en la factura de la luz —no así en la de nuestro corazón, no todo va a ser color de rosa—, la visión de la gente que nos rodea cambia y nuestro camino no es el que habíamos dibujado cuando éramos pequeños.
«No pienses, no pienses...¡¡¡no pienses!!!», no dejaban —y aún lo hacen— de repetirme.
¡Cómo le gusta a la gente hablar! Eso de consejos vendo que para mí no tengo, es una característica muy típica en la gente. Y no digo que no tengan razón —que sin duda la tienen— pero no todo es blanco o negro, ni los grises son tan malos y/o ambiguos como se dice.
«Si hace falta ¡¡drogas, drogas y tantas como necesites!!», cuando escuchas esto lo mejor antes de soltar una bordería —visceralidad en mi caso—, es mejor no parar de reír; ¿acaso no habrá drogas más divertidas que las que nos prescriben? Igual habrá que hablar con la RAE para que correr, el fornicio —¡perdón!, procreación—, o cualquier afición, sean consideradas como drogas y la gente no frunza el ceño cuando hablemos de lo que necesitamos cada uno para seguir adelante con una sonrisa, o al menos, con los ánimos bien altos.
Que tienes una prueba probablemente dolorosa, ya os contaré sin el hierro que pueda tener..., todo son: «eso no es nada», «tranquila, tú puedes», «¿qué es eso para ti?»... Más que reír lo primero que se te viene a la cabeza es "pues háztela tú y luego me cuentas"; ¿visceralidad o bordería? Da igual, una sonríe de oreja a oreja y sigue alimentando su úlcera personal. Sí, desde luego la motivación es fundamental para los «escles» y la teoría cada día es más cristalina pero en mi caso, hasta que no tropiezo con la misma piedra una y otra vez no aprendo (ya veo esos ceños fruncidos...) y he de reconocer que hasta me encariño con la piedra, tanto que cuando la rutina vuelve... lo hace de la mano de misma piedra más reluciente y estilizada que antes (incluso con varios nombres propios compitiendo —sin saberlo— por ser ellos quien le den denominación de origen a la dichosa piedra).
¿Cómo eliminas las etiquetas, que no solo la gente, sino uno mismo se ha puesto desde que tiene uso de razón? ¿Cambiar nuestra forma de ser es necesario para no sufrir? ¡Venga!... Ya os lo contaré más adelante cuando lo consiga. Ironía o no... aún estoy en la fase de cortejo con mi rutina maquillada de sutiles cambios. Aún es pronto para confirmar o no, ningún cambio...
Verdad verdadera es que para bien o para mal, dependiendo de quien este leyendo esto, nuestra vida es un lienzo en blanco donde podemos escribir, dibujar... y más actos que un futuro podrán ser reconocidos por la RAE como drogas bien vistas y no simples aficiones.
Pintad, coloread, teñid vuestro ánimo del color que os guste y no del que os digan y abrid vuestra mente —el corazón es más peliagudo— a todo lo que la vida —incluídos nuestros brotes— os quieran enseñar; los «escles» aprendemos rápido y bien... pero sin duda: ¡¡¡VIVID!!!
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