La princesas también...


No pude evitar pensar, cuando me enseñó una compañera de trabajo el libro que le habían regalado a su hija, que las cosas estaban cambiando; "¡qué pena no vivir de pequeña estos tiempos!", pensé (sí, vale, un razonamiento viejoven, pero en muchos aspectos realmente lo creo).
¿Queréis que os diga cómo se llama el libro y nos reímos todos un rato...?
Ya sabéis —y sino, deberíais— saber que en mi libro Despeinas hablo acerca de los clichés y las diferentes maneras que tenemos de enfrentarnos a ellos; o no. Al final seguir el ritmo que nos dictan éstos no deja de ser una opción más. Pero ¡venga! No me dilato más, os revelo el título:

Las princesas también se tiran pedos.

 Creía que me moría de la risa, de verdad. ¿Cuándo durante la infancia nos han dicho eso? ¡¿Cómo se iban a tirar pedos las princesas?! Imposible. Y menos aún contarlo abiertamente, ¡¡vamos hombre, por favor, una chica de bien nunca debe permitir esas cosas!! Y ya airearlo —nunca mejor dicho— está muy lejos de ser plausible.
Mi compañera no dejaba de repetirme cómo se había reído su hija pequeña mientras se lo leía. 
Las princesas, reales o no —porque princesas somos muchas y más si tenemos em— también pueden tener un intestino divertido, viajes a palacios lejos del suyo que alteren su ritmo, intolerancias a ciertos alimentos que favorezcan dicha actividad y por qué no: una enfermedad que no les haga tan fácil comportarse como siempre se ha pensado debían hacerlo las princesas.
Igual, lo que ellas tenían más fácil era poder tener más excusas para ausentarse de una tarde de té; pajes que facilitaran su día a día; una vida laboral más flexible; o incluso la facilidad de tener a alguien a su disposición 24h para relatarle todo lo que no pudiera encajar con su vida Real.Os animo a que hagáis una lista de todas esas cosas que tenemos en nuestra vida y en las que no no hemos reparado; ese amig@ que siempre está, esas pastillas que nos hacen la vida más fácil, esa pareja que nos apoya en todo...

¿A dónde quiero llegar? No es por hacer distinciones, pero el género femenino hoy me comprenderá mejor que el masculino. Éstos se ríen y ven como normal batallas de eructos, sin ir más lejos. Así que en esta temática, su labor hoy solo puede ser intentar comprendernos.
« Tirarse pedos no es de señoritas»; « rebañar el plato no es de buena educación»; « sonríe siempre que hables con los amigos de la familia aunque nos los soportes», « viste bien cuando vayamos a misa, más aún si es domingo»; « no te pongas chándal si no es para hacer deporte», ésta última más moderna... Y prefiero no seguir porque sería un pergamino difícil de terminar de leer (también considerado falta de respeto por no  valorar a la persona que escribe... bla bla bla; ya hablaremos de ésto en otra ocasión).

El caso es que princesas en mayor o menor medida, más o menos sanas, reconocidas como tal o no, no estamos en tiempos para cuentos.En breve me realizarán una prueba urodinámica con sondas por delante y por detrás —para que se me entienda—, y no creo que sea muy de cuento de hadas.Pero... ¿qué pasa con los cuentos escleróticos
Para mí que me cedan el asiento en el metro cuando mi equilibrio se aleja del normal; cuando cogen peso en mi lugar; cuando se acercan a casa a visitarme... suponen historias merecedoras de leerlas en un cuento de hadas, princesas o simplemente cuentos reales —sin R mayúscula—. Darnos cuenta de cuáles son los cuentos que importan, quién o quiénes están detrás, cómo disfrutarlos y cómo poder llegar a ellos es realmente nuestro cuento. Nada de encontrar a un príncipe azul en un precioso caballo blanco (aunque desde luego si vienen en él, que sea blanco; para quién sepa leer entre líneas) y realizar todas las tareas domésticas... quedaron muy atrás en el tiempo. No podemos exigir que se nos cuide si no sabemos cómo debe ser ese cuidado abriendo nuestra mente respecto a las nuevas princesas; quizá no nuevas, sino con una vida más expuesta a los ojos de los demás. Hace muchos años ya que dejamos de crear castillos en la arena o dibujarlos con tiza en el patio del colegio así que... no intentemos encontrar un castillo; solo nuestro lugar

6 comentarios:

  1. Muy cierta y a la vez, graciosa, tu entrada.
    A veces nos cuesta darnos cuenta que "lo no correcto" es lo que en verdad nos sucede y hay que aceptarlo en un nuestra vida cotidiana.
    En suelo pélvico por ejemplo, se hablan de cosas y se ven cosas que... al principio llegan a "escandalizar" pero... pasado un tiempo, echas la vista atrás y el comentario que se te viene a la cabeza es "bendito golpe le dí a esos clichés" porque.... asimilarlo en mi día a día me ha cambiado la vida!!
    Y en cuanto a historias perfectas... hoy más que nunca, me doy cuenta que los verdaderos príncipes y princesas de cuentos de hadas, son los que vienen en "forma de sapo" y que al verlos... quizás no reparas en ellos pero que... a lo largo de la vida, se convierten en un verdadero "príncipe de cuento de hadas"
    Gracias a ti princesa por recordarnos día a día con tus palabras, lo importante que es vivir la vida siendo felices con lo que queremos o necesitamos y no prestando atención a tanto estereotipo o cuento pre-fabricado.

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    1. Tanto cliché oprime y al final nos revelamos escrinir nuestro propio cliché; lo natural no vende, pero nosotras debemos ser felices con nosotras mismas y reírnos de todas esas cosas.
      ¡Gran reflexión, princesa!

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  2. No hace mucho le decía a mi madre que hemos pasado al lado opuesto. Ahora casi está mal visto que las niñas quieran ser princesas. Y no hay nada de malo en ello (todo son etapas también). Lo malo es cuando le dicen a la princesa que no puede jugar al balón porque es cosa de chicos.
    No hay nada de malo en maquillarse, en arreglarse, en ser femenina... lo malo es cuando se te exige ser perfecta 24/7 (porque al final revientas por ese pedo que no te tiras jaja).
    Muy buen enfoque.

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    1. Desde luego, ni tanto ni tan calvo. Querer ser princesa es otra opción, como no querer..., pero aceptar la que deseemos sin sufrir por ello es lo importante.
      Completamente de acuerdo ;)

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    2. Cierto las princesas son humanas tambien

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    3. Y cuanto más humanas... más reales.

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