¡Chas!



... «Cada vez que me ves cruzo la pared, hago chas y aparezco a tu lado» ...


¿No os sorprende cuando suena una canción y recordáis la letra —o parte de ella—? De pequeña me pasaba y aún me asombra. Me traslada a un época mejor, antigua, donde llegar del colegio a casa dando un portazo tirando la mochila en la entrada significaba miles de cosas. La mayor parte de ellas buenas.

Corría a mi habitación a quitarme los zapatos y la ropa mientras pensaba qué me habría preparado mi madre para merendar. Sí, pertenecía a una de esas familias que ahora escasean; mi madre no trabajaba fuera de casa —Dios me libre de escribir que no trabajaba— y mi padre solo estaba en casa  por la noche y los domingos. ¿Pan con chocolate? Nada de eso, un buen bocadillo con jamón serrano  y tomate cuando eso del gluten era una quimera de la que poco se sabía o pocos conocían. ¿Sigiente parada? El sofá del salón frente a la televisión. «Horror, horror, televisión», pensarán muchos olvidando que lo que se encontraba antes en los canales de la tele a esas horas no era lo mismo que ahora. Juana y Sergio eran mis dibujos, «Juana y Sergio, son ahora los enamorados»... ¡ay qué tiempos! A riesgo de parecer abuelo cebolleta, diré  que no hacen dibujos como aquellos. Mi madre no lo entendía. Los caballeros del Zodiaco estaban en segundo puesto en mi ranking, y más que como niña educada en buena cuna me gustaran tanto no era lo normal, pero aún así lo eran; pronto empecé a ser diferente. Ambos eran mis dibujos animados preferidos, dejando  a un lado Barrio sésamo , cuando Los Mundos de Yupi se coparon las tardes televisivas todo empezó a cambiar. Recuerdo dar unos bocados bien grandes al bocata oyendo ese crack tan anhelado por muchos  celiacos, al morder pan, mientras no quitaba el ojo de la tele. Cómo disfrutaba y cómo lo hago ahora recordando esas tardes que parecen más de otra vida o de ciencia ficción; ¿pasaron en realidad?

Me duchaba a regañadientes por la noche cuando llegaba mi padre al mismo tiempo que Los vigilantes de la playa comenzaban en a3, o al menos eso recuerdo. Cuando volvía al salón ya habían terminado —y eso que ni de lejos había tantos anuncios como ahora—. La cena no era muy elaborada. Un buen vaso de leche entera —tampoco es que hubiera mucho más donde elegir— con unas galletas y a la cama.

Cómo somos los humanos cuando no sabemos apreciar  cualquier pequeño detalle porque pensamos que no son importantes, al final todo el mundo los tiene, ¿no? Esa gran mentira con la que se nos educó, al menos a mí, creyendo que todos seguimos las mismas directrices y desviarse de ellas era como mínimo pecado.
Ahora aburrirse, estar tranquilo o no tener ningún plan más allá de mañana me parece la mejor opción. ¿Tedioso? Quizá, pero las alternativas pueden ser mucho peores. Prueba de ello era que no se dijeran en alto y ni siquiera se planteasen. Los hospitales, las duchas en baños sin pestillos, los dolores incomprensibles y las enfermedades que te hicieran diferente formaban parte de «esas cosas que les pasaban a otros...».

Lo que en principio supuso un problema, se convirtió en la mejor manera de entender la vida.  

Como bien reza esté blog, para entender la vida debes dejar que la vida te enseñe, o eso quise explicar con esa frase. Debe ser ella. No personas que creen saber cómo funciona el día a día comparando los suyos con los tuyos, observándose el ombligo y teniendo solo la opción que a ellos les funciona para el resto del mundo. Al igual que hace treinta años, nos vamos adaptando, creciendo y sobretodo... aprendiendo.
Para todos aquellos que desconocen mis dibujos animados favoritos, les animo a crear los suyos propios, abandonar la corriente pautada y crear la suya propia.

Siempre preferí miles de regalitos en lugar de uno enorme, me parece más creativo e interesante. Quiero un regalo que pueda contener todas las cosas que conforman la foto de arriba..., no es tan fácil. Quien sepa cómo hacerlo, tendrá mi amor eterno.

1 comentario:

  1. Nunca lo hubiera dicho mejor!!! Que recuerdos y estoy de acuerdo que después de la EM, hay un gran aprendizaje. Un abrazo fuerte

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