Alguien como yo


Abrió los ojos y un rayo de luz la deslumbró, no eran ni las nueve de la mañana y el calor ya suponía estar agotada sin poner un pie en el suelo. Sudaba. Sudaba sin mover un ápice de su cuerpo. Igual eran sus angustias enredadas, su ansiedad mal controlada o simplemente ella. Ella, en su esencia. Su yo más profundo, ese que no conocía nadie o casi nadie. ¿Era hora de salir de su armario —con cadáveres incluidos— y confesar la cruda realidad?
                       
                   
"Se puede vivir con EM"
"Está permitido caer pero rendirse no es una opción"
Y tantas frases que tanto se han escuchado por activa y por pasiva pero... ¿qué imagen se vende de la enfermedad? ¿Superación? ¿Facilidad? ¿Una de tantas?
Se dio la vuelta en la cama y se sentó poniendo los pies descalzos en el suelo. ¿Cómo podía sentir el frío en ellos y calor en el resto de su cuerpo? Suspiró y se dio cuenta que eso no era lo peor. Fatiga. Cansancio. ¡¡Y se acababa de levantar, o bueno, despertar!! Se puso de pie y tambaleándose llegó a la cocina, apenas dos metros y ya le suponían un maratón. Cuánto le costaba ponerse en marcha, y eso que había dormido bien; o eso creía. Encendió la cafetera. Esperó de pie a que el café se hiciera y puso mientras fruta en un plato. « ¿Cómo leches la iban a entender si solo oían como enfermos como ella corrían y llevaban una vida "normal"?». Ella misma lo había conseguido hace años pero ahora parecían siglos. Sin saber cómo se adentró en lo más profundo de la EM y quien había pasado por algo parecido callaba y solo se oía y leía los kilómetros, carreras  deporte que podían hacer otros. Aquellos a los que parecía haberle pasado de largo la enfermedad, porque la sufrieron, ¡vaya si la sufrieron!, pero callaron hasta poder ponerse de nuevo en pie. « ¿Qué pasaba con las opciones diferentes a las del resto?». 

 
Allí, parada frente a la cafetera, solo recibía mensajes de cómo se habían levantado para correr o hacer algún tipo de ejercicio y ella había llegado a duras penas a la cocina. No la extrañó entonces que todos siempre le dijeran qué bien se te ve con la consiguiente cara de pócker por su parte.



La realidad de la EM no es la que se ve o intentan mostrar pero la duras situaciones, los problemas que conllevan no vende; solo la salida de los mismos. No me parece mal... pero considero que siempre es bueno contar la historia desde el principio, cómo se llegó a la superación y las piedras del camino.




1 comentario:

  1. Hola Angie!
    Creo que casi todos escribimos para otros escleróticos y pensamos que las piedras es el camino ya se las han encontrado y queremos animarles y decirles que hay que tirar para adelante.
    No digo que sea una buena política por nuestra parte, quizá deberíamos "quejarnos" más para que los no escleróticos entiendan algo de lo que sentimos.
    Un abrazo grande, Cleo

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