#PacientesQueCuentan #ViviendoMomentos... Caracoles



Hace unas semanas aproveché las vacaciones laborales de mi pareja, para tomarme yo unas reales. Ya sabéis, sin médicos, visitas al hospital, ni pruebas de diferentes especialidades. Como ya sabréis muchos, ardua tarea ésta, pero lo conseguí. Y allá nos fuimos, intentando olvidar lo que íbamos dejando atrás a cada kilómetro y llenándonos de un poco más de ilusión según cambiaba el paisaje de edificios y coches, por campo.
Nunca me consideré una persona a la que le pudieran gustar esos paisajes, en ocasiones áridos, de hecho, siempre creí ser muy urbanita hasta que
a la fuerza ahorcan y se descubre todo lo que produce en ti la calma y tranquilidad, fuera del día a día y lo conocido. Según nos acercábamos, solo pensaba en la chimenea del salón de casa, la tranquilidad de sus calles, el silencio nocturno y el despertador en  el gorjeo de los pájaros. Poder salir a caminar sin bastón, porque la escasa gente con la que nos podíamos cruzar, no se acercarían lo suficiente como para golpear mi tercera pierna de apoyo; disfrutar de andar por el campo junto con animalitos varios; descubrir cómo se comportaban éstos frente a nuestra presencia y conocer hasta que punto... mi discapacidad es tan real cómo parecían reflejar mis informes médicos.

Que sí, que mi enfermedad es real, que mi incapacitad absoluta también, pero es bueno —y necesario— saber hasta qué punto la (sobre)protección de mi entorno limitada mi capacidad, y no solo le em. Las escaleras a la planta superior serían un gran reto, pero eso era necesario si quería dormir en una cama; así que no podría darle más vueltas. ¿Para qué si no había otra solución?

Cuando llegamos la casa estaba fría, tanto como vacío el pueblo...


¡Cómo no iba a intentar caminar sin bastón, y más si podía ir de la mano de mi chico si lo necesitaba! Y la verdad es, que aquí se puede olvidar, se puede creer que no todo es tan malo como a veces se nos quiere intentar creer, y que al fin y al cabo siendo #Neuroatípicos #enfermos u originales por nuestras limitaciones, ser feliz es posible. Más si nos alejamos del día a día y ponemos empeño en ello. Que sin bastón puedo seguir caminando solo 15/20 minutos ... pues sí, pero contenta, la sonrisa en la cara no supone ninguna restricción para seguir adelante, si acaso, lo contrario.

Cada uno dentro de nuestras posibilidades, pero sin dejar de mirar en las que queremos y podemos tener por delante. Creyendo y sin perder la esperanza. Está claro que tendremos días malos como todo hijo de vecino, pero éstos no pueden sumirnos en la desesperanza, aunque sin olvidar que el infierno está lleno de buenas intenciones. Pero llorar es sano, necesario. Como gritar y maldecir, hasta que llegue el sol de un nuevo día, porque al igual que los caracoles; iremos lentos ... pero felicesy seguros.



















4 comentarios:

  1. Angie, me alegro que hayas podido disfrutar de ese retiro, y si, días malos hay, pero si se miran con optimismo se hacen menos malos y bastante menos importantes

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  2. Tiene que haber días malos para disfrutar de verdad de los buenos ;) Gracias, Omar. Muuuuuuuuuuuuuuuuuuuuak.
    Espero que vayas bien con el tratamiento...

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  3. Los días malos existen. ¡Que duda cabe! Pero los buenos también, que son los que nos
    hacen seguir adelante, unos y otros. Me alegro que hayas disfrutado y más sin bastón.
    Un besote. Cris

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  4. Exacto, disfrutarlos para en los manosrecordar que los buenos son posibles! Gracias,nena. Muuuuuack

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