Sacudida


 

Y de repente ocurrió. 

Así sin más.

¿Divertido? Un jolgorio sin fin.


¡Qué recuerdos de una vida sin bastón! Andar a mi ritmo, que era ya con parsimonia, subir y bajar escaleras, pequeñas carreritas en un trote cochinero porque llegaba el autobús a la parada... todas y cada una de esas cosas. Cosas que eran normales, ¿cómo  no  iban a serlo? Todo el mundo las hacía. La solución al entuerto parecía fácil: igual —y solo igual— mi mundo era(es) pequeño, pero... ¿y si yo pertenecía a otro? Desde luego hoy por hoy tras sacudidas varias, lo que viví fue el principio del fin. Un fin a todo lo conocido en un halo tenue que parecía susurrar "te vas a enterar, maja". ¡Y vaya si me enteré e incluso ahora sigo haciéndolo! Pero vayamos al mejor regalo que me dio esta tipeja llamada esclerosis múltiple antes de tirarnos al río más cercano.

Siempre quise ser como esas personas que ves sentadas en una cafetería leyendo, sin aparente preocupación por lo que les rodea más allá del argumento del libro que tienen entre manos. ¿Soy la única? ¿Síííí? Vaya, más rarita aún de lo que esperaba.  El caso es que muchas de las cosas que me era imposible hacer por temas laborables, ahora puedo, de manera totalmente diferente, pero las puedo hacer. ¿Miedo a subir escaleras, bordillos, rampas más o menos empinadas? Bah, quejica y tiquismiquis. Hagamos recuento rápido; rarita, tiquismiquis, quejica, ¿algo más? Seguro, y más si se pregunta a personas con las que comparto patología. Vamos, la políticamente correcta expresión: "Uy, qué raro, a mí eso no me pasa", porque todos sabemos que la esclerosis múltiple se desarrolla de la misma manera en todos los pacientes. ¡Y qué decir de los adorados familiares que ponen expresión de oler un pedo cuando les cuentas síntomas que no entienden!

¿Un brote catastrófico? Todos hemos pasado por ahí.

¿Cinco meses hospitalizados? ¡Claro, hombre! Si no, no hay un diagnóstico de esclerosis.

¿65% de discapacidad e incapacidad absoluta? Más normal aún...

Las benditas circunstancias de cada ser humano, influyen no solo en esta enfermedad, más bien en todas. Risas, vida social, deporte en la medida de nuestras posibilidades, médicos que sepan entender tanto a la patología como a nosotros..., todo es lo que siempre ocurre en las enfermedades. Que no os engañen, es así y quien no lo comparta no hace honor a la verdad, que miente, para decirlo sin paños calientes. Esperad que deje de reírme que si no me atraganto con mi propia saliva, ¿esto tampoco os pasa? ¡Mecachis! De rara debo ser única 😂 No os mentiré, tampoco está mal ser única, solo quien valora que lo seas merece estar cerca a pesar de los cambios de ánimo, humor, síntomas difícilmente entendible y bla bla bla.

Entre el bla bla bla, (nos)se pierden muchos enfermos que no son entendidos porque ponerse de perfil ante lo que no te toca de cerda está de moda. "Para lo que necesites aquí estoy", pero si me apetece, claro, olvidan decirte. ¿Qué hay un súper apagón? ¡¡Cómo voy a llamar a tu puerta con la mano para ver si te puedo ayudar en algo!! Uff, demasiado trabajo, si te ocurre algo ya desprenderá un olor chungo tu piso. Nunca me cansaré de repetir, que la dureza de una mala enfermedad, te abre los ojos a tanto para lo que antes eras ciego... que la vida, aunque cruel, es la mejor profesora sin medias tintas. Lo que es, es

Sacudidas a cada minuto, decepciones a cada segundo, y enseñanzas de nivel 🔝 nos indican el camino más correcto, ¿estáis en el adecuado?

















2 comentarios:

  1. Tus palabras son un golpe de realidad y una lección de coraje.
    Entre sacudidas, ironía y dolor, sigues brillando con una fuerza que no se quiebra.
    Sigue así amiga

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  2. Y ojalá no se quiebre .. !! Graciaaaaaas!!!!

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