Nada más abrir la puerta un olor a tierra mojada invadió mis fosas nasales. Me paré en saco y volví a inhalar. En mi respiración podía sentir la nostalgia de los días en el pueblo; la felicidad de todo aquello que suponía estar alejada de la rutina; la vida plena que parecía hacerme sentir ese instante.
Pero no, todos esos sentimientos solo estaban en mi cabeza, mis ensoñaciones y anhelos. El camino era completamente diferente, lo que se mostraba ante mí solo era asfalto, ruido, dudas, dolores, ¿podría cambiar aquellas sensaciones tan negativas? Me había forjado cada uno de mis días con esfuerzo, silencio y una soledad lacerante de la que nadie era consciente. En alguna ocasión quise hacer o ver algo —aunque fuera mínimo— que mejorara lo que me recorría, pero solo obtuve escepticismo y risas incrédulas de quien me rodeaba. ¿Os imagináis lo que hubiera ocurrido si hubiera sido, no totalmente, solo en cierta medida por pequeña que fuera, sincera? No quise dar respuesta a esa pregunta, y ahora muchos años después... menos aún. Será la experiencia.
De pequeña pensaba que a mi edad actual, que no confesaré ahora mismo, todo en mi vida estaría organizado. Ya sabéis: casa, hijos, amigos, trabajo... En ningún momento se me ocurrió reparar en el estado de mi salud. ¿No es eso algo que asumimos que se nos da sin más? Craso error. Si bien muchos ven su estado de salud mermado desde bien pronto (no hablemos de los niños que sufren cáncer), la fe, esperanza o entusiasmo se alían con la #resiliencia para salir adelante más fuertes. Las circunstancias de cada uno son diferentes a las del resto, de ahí que la manida frase "todos hemos pasado por lo mismo" es rotundamente falsa, y aún así se oye tanto en pacientes con los que se comparte enfermedad como gente que solo quiere restar importancia a nuestras palabras.
¿Qué ocurriría si todo el mundo tuviera o practicara la #empatía ? Otro gran error ante algo que no está en nuestras manos ni podemos por tanto cambiar o controlar.
Los caminos son muchos, pero solo uno es el que nosotros elegimos. Cierto que casi nunca puede elegirse pero sí se puede decidir cómo responder a él. Los psiquiatras dicen que con solo dibujar una sonrisa en nuestro rostro, el cerebro piensa que somos felices y libera un montón de esas sustancias beneficiosas para nuestra salud. Probadlo, os daréis cuenta de que es verdad. Ayudar a que la sonrisa sea sincera beneficia mucho más aunque el mundo que nos rodee no ayude, por lo que practicar mindfulness o atención plena, meditar, escuchar programas/podcast de psicólogos, psiquiatras favorece y refuerza todo esto. (Como también lo hace leer, y más si el libro es mío... hasta ahí la cuña publicitaria).
Todo esto parece ciencia ficción, pero no, se ha demostrado científicamente el efecto que tiene sobre la salud y el estado de ánimo. Ánimo que puede coger de la mano nuestro día haciéndolo maravilloso o por el contrario convirtiéndolo en uno que solo empeora cada decisión tomada, llama a gritos a la tristeza o simplemente te abandona como tanta gente hizo antes.