«Dudarótica»


Dudas, incertidumbre, desconfianza... ¿no conforman esto parte de una noticia imprevista, más cuando se trata de una enfermedad crónica y para más «inri» degenerativa?
¿Malo? No
¿Negativo? Tampoco.
Entonces... ¿empezamos?
Recuerdo el comentario que me escribió la fantástica Cleo en mi último post; parece conocerme de toda la vida, y como yo también os conozco a vosotros, os diré: leed bien el título que algun@ que otro ha pensado lo que no es —normal en parte si me conoce un poquito—. A lo que iba, ¿son tal malas esas tres palabras con las que empiezo hoy? Si algo me ha enseñado la em es que todo depende de cómo se mire —ya, ya, no necesitaría tener em para saberlo pero... muchos aprenden a las malas y otros lo hacemos a las peores—, y para mí solo son tres sinónimos de cómo aprender lecciones que no debemos olvidar, aunque yo tropiece siempre con la misma piedra y encima me encariñe con ella; aunque nunca pierda la esperanza de aprender algún día.

Por fin, tras poco más de dos meses de baja por el último brote, ¡¡empiezo a trabajar!! ¿Lista? No lo sé, quizá es más miedo que otra cosa por el cambio a un sitio y compañeros nuevos, pero... ¿hay gente que se enfrente mejor a las cosas que los «escles»?; seguro, pero que no viene mal recordarlo  de vez en cuando, también. ¿Quién me iba a decir a mí que tras creer que habían acabado con tantas pruebas, una punción medular se avecina en el horizonte y el trabajo será la mejor distracción para no darle tantas vueltas? Al menos las vueltas que provocan vértigos; un ligero mareillo sí tendré, no lo voy a negar, pero difícil dejar de ser yo, ¿no?.
Hubiera pensado que las alas de uno de mis ángeles también me alejarían del vértigo, pero cuál ha sido mi sorpresa —aunque siendo sincera, sorpresa no tan grande si echo la vista atrás—, cuando esas alas se le han sido arrebatadas a la espera de un juicio —no sabemos si de los rápidos o no— que decida si merece llevarlas sobre las espaldas o si solo eran temporales. No sé a vosotros, pero igual que a mí el apoyo me ayuda a seguir adelante, las decepciones —igual esta palabra es muy fuerte, mejor chasco a secas— hacen no solo que siga adelante, sino que con el empujón avanzo de un gran salto —y sin pértiga—; lo peor es que yo me uno a ese chasco por confiar y creer siempre. Se supone que esto es una virtud si se sabe gestionar bien, de nuevo otro chasco tras oír que con los años una aprendía a hacerlo. ¡¡Ja!! Yo no lo hago, ¿soy tan rara? Bah, creo que no y si lo fuera, ¿qué más da?

«Escles», de todo se sale, todos nuestros brotes tienen su final, con secuelas o no...pero ¿qué final no las tiene?
De este yo aprendí muchas cosas que en estos nueve años creí ya aprendidas, pero nada más alejado de la realidad, siempre se sigue aprendiendo; además de conocer a mucha gente que no enumero para que no se me olvide ninguna (que con las listas de neuropsicología me di cuenta que mejor no enumerar; y ya aprovecho para saludar a la maravillosa @fabiola1garcia), y cada uno de ellos me enseña cada día algo nuevo aportándome un prisma diferente que yo desconocía.

¡¡Gracias #EMFighters!! La «dudarótica» o «inquierótica», vuelve a la rutina y solo falta esperar que con la lección aprendida.

6 comentarios:

  1. Con los brotes nos asaltan dudas: ¿como quedaré? ¿ haré la misma vida?... Y sí más o menos queda todo igual pero la incertidumbre siempre la vamos a tener porque la EM es un sinónimo. Verás que cuando te incorpores estarás contenta de cómo va todo y pensarás:"¡Qué tonta haber pensado otra cosa!"
    Es normal sentirse insegura pero todo va a ir bién. Un besote!!!!

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    1. Gracias, princesa, tienes toda la razón pero que dejen ya de hacerme pruebaaaaaaaaaaaaaaas que al final acabamos hasta el moño, jeje
      Muuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuak

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  2. Antes de la em la vida ya me había dado vueltas, más bien me había centrifugado, pero ahí seguía pidiendo a gritos ¡sálvame!. Llegó el diagnóstico y todo iba transformándose, ya nada me llenaba, quería más. El último brote ha colmado el vaso, solo quiero seguir adelante, con dos cojones como se dice y ya no aguanto en mi vida las marranadas que he sufrido por callarme. El que quiera aguantarme bienvenido y el que no....a cascarla.

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    1. Exacto, al final aprendemos quien suma en nuestra vida y quien resta; algo bueno hay que sacarle y callad@s ni bajo el agua, ¿para qué?
      Mil besooooooooooooooos

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  3. Realmente con cada nueva decepción, con cada nuevo error aprendemos. Yo como tú, hoy en día me dan impulso para volar más. Hace un año me hubieran condenado a la desidia total. El problema de confiar, pero somos así y si te fijas también es nuestra virtud.

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    1. Desde luego que es nuestra virtud; completamente de acuerdo.
      Muuuuuuuuuuuuuak, princesa

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