¿Siempre?, o... solo a veces.


¿Que harías si de repente cuando menos te lo esperas encontraras frente a ti un papel en blanco? ¿Alguna vez os parasteis a pensarlo? Tanto si la respuesta es como si es no, cada mañana al abrir los ojos, esta oportunidad está frente a nosotros.

Una vuelta a la infancia, a situaciones que vivimos y nuestro cerebro —por muy pocho que esté— no ha sido capaz de olvidar ni introducir de la caja del nothing box; se reviven a veces sin buscarlo o a veces, simplemente, creyendo que ya ha pasado el tiempo suficiente y nuestra mentalidad está preparada para revivirlo con más madurez dada por nuestras propias experiencias... ¡¡Ja!! Bonito cuento este que a veces —o más de lo necesario— intentan vendernos, para saber si de verdad hemos dado el paso a la madurez o nunca lo daremos con los mismos pasos que impone la sociedad, nuestro entorno o la información que queramos o no, no deja de intentar entrar en nuestro cerebro de la manera que sea. Sí, ya sé que muchos dirán que a ellos les dará igual lo que digan los demás, pero... ¿hasta qué punto no afectan esas informaciones que más parecen una taladradora constante que no descansa? ¿hasta qué punto no sabemos lo buenos que somos y damos una oportunidad tras otra sin pensarlo de verdad?
Cuando salí del hospital parecía tenerlo claro, pero muucho, no había pasado por tantas hospitalizaciones, medicaciones diferentes y situaciones difíciles para que vinieran a decirme tonterías o palabras vacías, pues... ¡¡Ja!! De nuevo. Esta vez para mí, por creer que ya había tenido suficiente y creería saber quienes estaban a mi lado de verdad o quienes por mero postureo pero ¿acaso solo yo me había enfrentado a meses de dolor, ansiedad y duda? No, no creo tener el top de sufrimiento pero si un nivel alto cuando escuchas como a gente cercana sigue sin comprender, ni lo intenta —igual porque no le interesa—, por todo lo que pasé y los once meses alejada de lo que creía era mi vida. Y... ¿a que no sabéis qué? Todos los sueños que me mantenían viva en el hospital y sin pensar, fueron pisoteados y tachados como tontería por ese entorno que parecía ser el único con el que poder contar pero... ¿y yo? ¿Me había planteado de verdad que papel tenía en ese mundo real alejado del hospital? Vaya vaya, pues parece que no. A veces —que no siempre— es más fácil caer en las normas de comportamiento aunque no se comporten contigo como tal, y volver a lo de siempre, al callar y esperar. Pues no, me niego en rotundo y once meses después llegó la hora de plantearme, esta vez más en serio y de verdad, quien está porque quiere, quien porque busca algún tipo de beneficio y quien solo aparece cuando le conviene.

No es cuestión de enfadarse, solo de aceptar y a ser posible, actuar como tal. Cabrearse, enfrentarse, solo sirve para generar más mala sangre de la que te puede proporcionar tu propia salud. Ayer volví a los programas de radio grabada, podcast, y me di cuenta de lo que puedo —aunque no de la misma manera— hacer, de la importancia de poner límites sin verlos como exigencias y lo maravilloso que puede ser poder hablar bien alto, sin gritar, para dejar —o al menos intentarlo— clara tu opinión. Porque equivocada o no, tu opinión se basa en tus experiencias y vivencias en cualquier ámbito de la vida. Porque solo nosotros, vivimos nuestras experiencias y porque solo nosotros somos el protagonista de ellas...

2 comentarios:

  1. El último párrafo es fundamental, no vale la pena enfrentarse y no va a servir para nada. Los espectadores de nuestro proceso solo sienten lástima o ven una oportunidad para conseguir algo. Muy pocos están dispuestos a hacerte la vida más fácil.

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  2. Hola Angie,
    Creo que acabas de meter el dedo en esa llaga que no es una secuela de la EM que los médicos consideren como tal pero con lo que todos tenemos que bregar.
    Yo si creo que a casi nadie le interesa, y por ello ni lo intenta, ponerse en nuestro lugar.
    Pero como bien dices, nuestra vida es nuestra y la vivimos nosotros, y aceptar y no cabrearnos es la mejor medida (las veces que lo conseguimos hacer ;)
    Un abrazo, Cleo

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