Sí, sí... ¡uy! Si parece que me pasa a mí


"Mira que es exagerada"
"Cómo le gusta estar tumbada"
... consejos vendo, que para mí no tengo ...
Hasta que un día se presenta un silencioso "pero mira si estoy cansad@ últimamente", porque nada parece real, ni verdad hasta que lo sentimos en nuestras propias carnes. Nada como una mala noticia —o una que no se esperaba— para darse cuenta. Ni fotos, ni explicaciones, ni pruebas físicas... no hay más ciego que el que no quiere ver pero... ¿y si se cambia la tercera persona por primera? Ay, qué cambios más súbitos, más inesperados y qué manera de cargarse de razones que en ese momento si son verdad verdadera

Y en ese momento sí, ya no hay pensamientos silenciosos sino a voz en grito.

Gritos, películas, documentales... pero todo bajo un manto de falsa modestia. Reírse quizá, pero siempre de los demás porque de uno mismo no parece ser visto como queja verdadera. Lo que no parece no es creíble, como aquel refreán de no hay que serlo sino parecerlo. Ah ya, que todo tiene sus matices... pero mejor que sean los que nosotros creemos, no los de los demás. ¿Y sabéis que digo yo? A LA MIERDA, si los demás creen tener su verdad, ¿por qué la mía debe valer menos? No, no, no..., no en el país de Angie. No en en MI país con MIS maravillas, mis piruletas de colores y mariposas.

¿En los vuestros qué hay? ¿Zonas grises, limbo y ojos en blanco? ¿Durante cuánto tiempo? Está bien, incluso necesario por un tiempo, pero para el resto del mismo qué agotador, qué pérdida más tonta con perdón —o no— de energía. De verdad que la fuerza de una sonrisa no se conoce hasta que se pone en marcha como hábito, incluso aunque sea sarcástica. Porque muchas veces el silencio no es dar la razón, sino evitar improperios maleducados por mera educación. 

¡¿Qué!? Sonrisas como hábitos, ¿nos apuntamos?

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