Neuronas que corren; piernas que observan.

Y sí, es el primer paso; observar hacia dónde se dirigen tus neuronas, y el segundo; ver si el camino que marcan supone una opción viable, diferente... interesante.
¿Lo probamos?


¡¡¡SÍÍÍÍÍÍÍÍ!!!
Así terminaba el post antes de que este aparato endemoniado me borrara todo el post... ¿intentamos reescribirlo? Intentémoslo, pues.
Recuerdo que algo —sino todo— hablaba de la Jornada de pacientes y familiares de ayer en La Princesa. Buena como pocas, divulgativa de manera accesible para todos y esperanzadora sin suda.
¿No estuvisteis? ¿No os acercasteis a ella a través de tuiter? No importa, a mi el mensaje me caló, me llegó y me hará tener más fuerzas para poner en marcha mi plan. Ese que dejaba guardado en un cajón y hoy nada, más abrir los ojos al despertarme, quise poner en marcha con todos vosotros.

Me hizo recordar algo que siempre pensé (y quisé aún sin saberlo), y no fue hasta que mi empresa me mandó 400km más allá de mi zona de confort (que he de decir que no era tan de confort), para ponerlo en marcha. Correr, correr y correr. Intentar ser una de esas personas odiosas que van divinas de la muerte (¿se nota el retintín...? Porque lo tiene, vaya que sí), y salir por el precioso pueblo de Fuenterrabia a ponerme en forma, o al menos intentar ser lo que en el fondo siempre quise, o al menos eso pensaba. Menos cansancio, dependencia a una droga sana y crecer. No en estatura, obvio para los que me conocen, pero sí en mi interior, que lo hizo y me realizó. Mucho. Correr como el anuncio de ese hombre sin pelo (calvo para qué enañarnos) que observa a otro con melena, solo que en mi caso, sin música de fondo ni aire que me peinara y acomodara el pelo-melena. 

¿Y la vuelta a Madrid? Otra encrucijada, otra vuelta a la jaula con alpiste incluido. ¿Problemas? Todo se arreglaba con comida. Asfixiante, nada tan bonito como se cuenta, pero sí coraje. Mucho y gratificante, cada día un poquito más, hasta que mis neuronas comenzaron a echar la vista atrás para animar a mis piernas y que los axones se unieran a mis extremidades.

Doce años de enfermedad, once dejándola a un lado.
Brote catastrófico —y no solo en el nombre—, que me ofreció una nueva vida.
Aprender a vivir sin fichar entrada ni salida. Mi entrada es al despertar, mi salida ir a dormir.
¿Estrés? El de la vida que me sigue ayudando a crecer...

¿Sabeis qué os hacer crecer? Descubrirlo es algo maravilloso. Observar y dar el paso cuando os sintáis con fuerzas... ¡¡A correr!! Con el significado que cada uno quiera darle a esa expresión.

3 comentarios:

  1. La vida da vueltas y tiene muchos cambios, muchos más para los enfermos crónicos cuando descubrimos que nada es lo que parecía a nuestro alrededor. Sorprendido por tu antigua presencia en Hondarribi...¿trabajo?. Desde luego tiene un paseo estupendo para correr, unos bares de pintxos impresionantes (y caros) y la pelu de mi sobrina enfrente de correos donde me suelo cortar el pelo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gran pueblecilllllo!! Paseo, zona marítimo, la zona en la q vivía, la playa, el barco a Francia... Todo!! Grandes bares de pintxos ggg
      Gran año aquél!!

      Eliminar
  2. Hola Angie
    Jo, me has hecho volver al Cantábrico y a sus paseos marítimos y a sus comidas!!
    Animo niña y a correr, que se puede hacer de muchas formas además de con las piernas.
    Un beso grande, Cleo

    ResponderEliminar