Así. Así deberíamos levantarnos cada mañana. De pie o tumbados, pero con la cabeza bien alta.
Y sí, al fin llega nuestro día —si no lo son todos— y se debería quitar la vergüenza de reconocer nuestra neuroatipicidad, toma palabro, y saber que aunque haya rachas malas, las no tan malas o incluso mejores, deben imperar. Porque al final, la gente cree lo que quiere creer.
Cuando el siempre se convierte en luego, todo parece poder esperar aunque lo importante sea el presente que podemos agarrar. Pero recordad que nunca hay que olvidar que hay una luz en nuestro interior. Más brillante, a veces menos, en ocasiones de neón y en otras solo hay que buscar su destello. Y es que al final, ya sabéis... agua pasada no mueve molinos. Si cuando se dice cuánto más viejo más pellejo, nosotros sabemos antes de llegar a abueletes lo que es ser pellejos, aunque sea en otro contexto. Pero... ¿no se puede mirar desde el contexto más apropiado para cada situación?
Listo, Evaristo, solía decir mi abuela, pero no solo vale para Evaristo, muchos de nosotros sabemos que esa afirmación no es para nosotros, más cuando entre los pacientes en ocasiones hay más mierda que en el palo de un gallinero; allá donde mires, mientras muchos buscan sus quince minutos de gloria —sea como sea y por encima de quien sea—, otros sentimos el vacío mientras sentimos el pecho cada vez más de hojalata. Pero hoy, más que otros días, estamos aquí para gritar bien alto que nuestra #em no nos para. Nos acompaña pero no nos frena en nuestro camino, ése que a pesar de los pesares seguimos marcando con nuestras huellas.
El a Dios rogando y con el mazo dando nunca fue mi lema, quizá por eso mi camino es más abrupto que otros y cuando esos otros hablan de síntomas difíciles e invisibles, tú ya los viviste en silencio sin que nadie te escuchara. Pero oye, blanco y en vasija, leche fija, aunque la de algunos sea muy mala leche, pero en esa vida yo no me entiendo, no me siento cómoda y mi empatía no puede explayarse como lo sintió y vivió siempre, más aún desde que decidí realizar una carrera sanitaria.
Como dice Camilo Sexto, yo ya no puedo más intentando vivir alrededor de una falsa empatía en la que muchos sonríen porque no saben cómo actuar. O quizá tampoco quieran...
Convinimos con una tormenta de emociones, en las que en ocasiones soñamos con las vacaciones de un maestro, el sueldo de un ministro y el trabajo de un cura, pero mientras ésos que mencionaba antes venden los chorizos antes de matar al cerdo, algunos hay que intentamos sobrevivir con lo que tocó porque... sí, hay cosas peores que nuestra #em. Incluso algunos, seguimos emocionándonos con los finales Disney aunque todo parezca ya inventado y lo ñoñoño no se parezca no llevarse.
Muchos seguirán con la mirada afilada sin darse cuenta de que la ira les vuelve imbéciles, perdón por la expresión, pero es que las verdades duelen, más cuando nacen del criterio originado en nuestros zapatos requeteusados durante nuestro camino. Pero gracias a éste nos damos cuenta de que la desesperación mata antes que los gérmenes y por eso, tengo esta foto bien presente, para que ni la desesperación ni los que desconocen los que es formar parte del 15% de pacientes que han sufrido un brote catastrófico, y aún así no dejan de opinar bajo el lema donde dije digo, digo Diego, consiga afectarme. O al menos en demasía... No empecemos a mentir...
Listo, Evaristo, solía decir mi abuela, pero no solo vale para Evaristo, muchos de nosotros sabemos que esa afirmación no es para nosotros, más cuando entre los pacientes en ocasiones hay más mierda que en el palo de un gallinero; allá donde mires, mientras muchos buscan sus quince minutos de gloria —sea como sea y por encima de quien sea—, otros sentimos el vacío mientras sentimos el pecho cada vez más de hojalata. Pero hoy, más que otros días, estamos aquí para gritar bien alto que nuestra #em no nos para. Nos acompaña pero no nos frena en nuestro camino, ése que a pesar de los pesares seguimos marcando con nuestras huellas.
El a Dios rogando y con el mazo dando nunca fue mi lema, quizá por eso mi camino es más abrupto que otros y cuando esos otros hablan de síntomas difíciles e invisibles, tú ya los viviste en silencio sin que nadie te escuchara. Pero oye, blanco y en vasija, leche fija, aunque la de algunos sea muy mala leche, pero en esa vida yo no me entiendo, no me siento cómoda y mi empatía no puede explayarse como lo sintió y vivió siempre, más aún desde que decidí realizar una carrera sanitaria.
Como dice Camilo Sexto, yo ya no puedo más intentando vivir alrededor de una falsa empatía en la que muchos sonríen porque no saben cómo actuar. O quizá tampoco quieran...
Convinimos con una tormenta de emociones, en las que en ocasiones soñamos con las vacaciones de un maestro, el sueldo de un ministro y el trabajo de un cura, pero mientras ésos que mencionaba antes venden los chorizos antes de matar al cerdo, algunos hay que intentamos sobrevivir con lo que tocó porque... sí, hay cosas peores que nuestra #em. Incluso algunos, seguimos emocionándonos con los finales Disney aunque todo parezca ya inventado y lo ñoñoño no se parezca no llevarse.
Muchos seguirán con la mirada afilada sin darse cuenta de que la ira les vuelve imbéciles, perdón por la expresión, pero es que las verdades duelen, más cuando nacen del criterio originado en nuestros zapatos requeteusados durante nuestro camino. Pero gracias a éste nos damos cuenta de que la desesperación mata antes que los gérmenes y por eso, tengo esta foto bien presente, para que ni la desesperación ni los que desconocen los que es formar parte del 15% de pacientes que han sufrido un brote catastrófico, y aún así no dejan de opinar bajo el lema donde dije digo, digo Diego, consiga afectarme. O al menos en demasía... No empecemos a mentir...
Porque el entre todos la mataron y ella sola se murió, tampoco permitiré que me pase, si acaso que muera la #em, ¿no? Porque tal vez no estemos vivos para seguir viviendo.
Estamos vivos para seguir riendo, disfrutando, leyendo, tomando cafés, conocer gente nueva, descubrir aficiones diferentes, sonrisas con un brillo dispar al bienquedista y así mirar con esperanza al infinito. Por todo ello, es necesario dar a conocer el día mundial de la esclerosis múltiple.
Estamos vivos para seguir riendo, disfrutando, leyendo, tomando cafés, conocer gente nueva, descubrir aficiones diferentes, sonrisas con un brillo dispar al bienquedista y así mirar con esperanza al infinito. Por todo ello, es necesario dar a conocer el día mundial de la esclerosis múltiple.
Luchadora, fuerte y constante. Siempre así!!
ResponderEliminarCon la EM si se puede seguir sonriendo, tomando cafés, leyendo y disfrutando de buenas compañías como la tuya
Mil gracias, Patri, ese es el mensaje sobre el que se deberían poyar todos los demás.
ResponderEliminarMuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuak
Muy bien Angie, ninguna EM será capaz de quitarnos nuestros momentos de risas charlas etcétera. Estaremos jodidos muchas veces, pero nada nos debe quitar nuestra sonrisa de la cara
ResponderEliminarNada de lo relacionado con la em lo merece, menos aún dejar de lado lo bueno de disfrutar de la vida.
ResponderEliminarMuuuuuuuuak 😘😘😘