Luz

 

Ese muro blanco, es el que me da luz cada día. Mientras me tomo un café o salgo a pasear a mi terraza, donde está el muro (en estos momentos con el frio mañanero, muy abrigada). La luz de esa pequeña tapia de un metro, me anima a seguir adelante. Con mis manchas, sí, pero adelante, porque ¿quién no tiene manchas ni cadáveres en su armario?

He pasado por un brote no hace mucho, bien por culpa de la pandemia y el agobio que, aunque sin ser consciente parecía provocarme, mis linfocitos en sangre muy muy bajos, quizá asustados como mi estado ánimo, o iros a saber por qué..., pero la compañía solo de las redes no siempre es suficiente cuando faltan un abrazo, un beso o una caricia. Porque aún sin saberlo, podemos parecer contagiosos por el mero hecho que provoca el miedo a poder transmitirnos algo... ¿Conclusión? Desde la distancia de seguridad estamos más sanos pero infinitamente más solos.

Sí, ya hemos hablado en innumerables veces la importancia de la precaución, ¿pero qué ocurre con la importancia de la cercanía en el entorno del enfermo? Que igual yo, por mi pasado como fisioterapeuta soy muy tocona, ¡pero ya vale con echarme la culpa a mí! Con escuchar el yo más, lo mío es peor, no te puedes quejar, pues aquí va un resumen...

¿Yo no puedo osar a quejarme pero otros sí?
¿Quién da el carnet que te permite hacerlo?
¿Cuándo, dónde y por qué a mí nadie me lo dio?
¿En función de qué algunas situaciones son peores que otras?
¿De las circunstancias? Pues vuelta la mula al trigo; cada paciente, y cada persona aún sin enfermedad o discapacidad otorgada, tiene las suyas.

Así, nos convertimos en la pescadilla que se muerde la cola y dejamos a un lado lo que de verdad importa que es la #empatía. ¡Ay, la empatía! ¡Cómo pasó a mejor vida cuando muchos la necesitábamos (y necesitamos de verdad)! Porque sí, en los momentos en los que menos parece importante, es cuando más se necesita. 

Besos, abrazos, caricias y ... empatía. Será que algunos estamos marcados con la letra escarlata sin saberlo y somos nosotros los contagiosos, miedosos e histéricos ante lo vivido en 2020, que aún no ha terminado; ni el año ni el virus.
Así que la soledad comienza a pesar, la lejanía y el no saber qué puedo hacer o no, hacer con cada tratamiento en concetro, porque ¡claro! También influye y mucho la confianza en las personas de quienes depende decírtelo.

Y vosotros... ¿habéis sentido que vuestra confianza mengua, o por el contrario crece en la adversidad del 2020? Sea como fuera, no se debe juzgar por opiniones o maneras de pensar, cuando un enfermo, no deja de ser un enfermo con sus limitaciones y su situación personal, una que muchas veces, no llega a conocer nadie....

Así acaba mi 2020, y se me trate como se me trate, no dejo de desear Feliz Año 2021, con todo el esfuerzo que pueda suponer, pero siempre con la esperanza  muy presente.















2 comentarios:

  1. Cierto la empatía toma más importancia ahora. Igual que como creo que te pasa a ti Joe necesito abrazar y dar besos y ahora con el tema de la pandemia no podemos y como a ti mis linfocitos ahora mismo tampoco me lo permite. Lo mejor del 2021 y los mejores deseos son decirle adiós al 2020 que no se ha portado muy bien que digamos

    ResponderEliminar
  2. En el 2021... nuestros linfos vencerán a nuestra cabeza💪🏻💪🏻
    Ánimo, Omar‼

    ResponderEliminar