El aquí y el ahora



¿Creéis en las coincidencias? Yo siempre lo hice, y más ahora cuando una amiga del colegio reaparició en mi vida después de muchos años. Creo recordar que la última vez que la vi fue hace unos catorce años con mi diagnóstico #neuroatípico de #esclerosismúltiple.

 

Los que pensaba que eran amigos, y ahora ya solo conocidos, huyeron despavoridos. «¡¡Una enfermedad degenerativa y sin cura!! Horror horror... HORROR», y así, con más de los que hubiera pensado. Tantos, que hasta la soledad me parecía un regalo divino después de cómo se comportaron; ¿lidiar con mi enfermedad y encima el "no sé pero opino como el que más sabe"... Argggh ... 

Sea como sea, la enfermedad, sus limitaciones y cómo convivir con todo ello, es a mí a quien más le concierne. Así que... ¿qué importa qué piensen o cómo lo hagan, si yo puedo decidir qué papel tienen en mi vida? Me costó mucho, pero que muchísimo, dejar a personas y pacientes atrás. Alejarme del dolor ajeno para poder centrarme en el mío, porque si no era capaz de sobrellevar lo que me pasaba, ¿cómo iba a pedir a los demás que estuvieran a mi lado? Además, no iban a entender ni muchos de mis sintomas, ni cómo me hacían sentir. Ni mucho menos ayudarme. A muchos les ayuda llorar, a otros compadecerse junto con los indispensables que hacen de menos tus dolores y agrandan los suyos... ¿Sigo? Nah, seguro que ya os hacéis a la idea de lo que digo. Y todo esto, se magnifica con muchos familiares (no solo los tan manidos cuñados jajajaja), pero de estos ya mejor no hablar. Todo esto me recuerda a un libro recomendado durante uno de los veranos escolares que se llamaba Mi familia y otros animales.

Como resultado, todo se reduce a lo de siempre: mejor sola que mal acompañada. ¡Y no os podéis creer la liberación! Quitarse kilos de encima sin necesidad de tener una báscula cerca que te lo confirme. No diré que sea fácil porque eso sería mentir, pero al fin llegó y sigue llegando ese momento. Porque es un camino largo. 

Pero mejor volvamos a las coincidencias y mi amiga del colegio. Si bien es una gran fisio, sí, ya sé lo que pensáis; "qué aduladora con su amiga".. Estudiamos juntas no tan pequeñas y continuamos en la universidad. Perdimos el contacto cuando en el trabjo me destinaron a cuatrocientos kilómetros de casa y hace unos meses, en un mal momento en que todos parecían tener siempre algo mejor que hacer que escucharme, me mandó un guasap (¡¡palabra al fin reconocida por la real academia española de la lengua, yupiiiiiiii!!), preguntando si mi número seguía siendo el mío. Ventajas de no cambiar de número de teléfono desde que tuve mi primer móvil a los dieciocho años. Sí, fui de los adolescentes que solo tenían privilegios con la mayoría de edad, y fíjate tú qué cosas que el móvil me supusiera un privilegio. Cosas de los noventa...

Conviene añadir, que ahora no solo es fisio, sino que ha desarrollado no solo concimientos sanitarios, sino también en conocimientos holísticos, porque somos un todo y en ese todo tiene mucha, pero que mucha muchísima importancia, el estado de nuestra mente: lo que nos tranquiliza, lo que nos deja huella  mental y consigue sin premura, que nuestros días crezcan de la mano de nuestro físico. Ambos no pueden ir por separado, se complementan y ayudan si se lo permitimos.

En definitiva, debemos dejar entrar lo que la vida nos ofrece si la dejamos. Creer en lo que podemos lograr, y trabajar para ello de la mejor manera posible. Yo ya empecé a hacerlo retomando mis momentos de meditación, ¿y vosotros? ¿Os animáis a ponerlo en práctica de la manera más óptima según vuestras circunstancias?

















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