JAS

 

El otro día hablaba con una compi de mielina en niveles diferentes al resto de la población, sí, esa que se autodenomina normal, y me pregunté qué leches es normal. Yo tengo disfunción cognitiva, vesical, intestinal, sanguínea etc etc, pero todos los denominados normales por ellos mismos y la sociedad te intentan hacer ver que tus problemas no son tan reales como los quieres hacer ver.

¡JA!

Mis 5 meses en el hospital no fueron reales.

Mi vía central en subclavia y después en carótida tampoco fueron reales.

Mi incapacidad absoluta sin revisión y el 52% de discapacidad tampoco fueron reales.

El vuelo de supuestos amigos que ya no son ni conocidos tampoco lo fueron.

¿Pero de qué me puedo quejar yo si autopublico libros y tengo todo el día para hacer lo que quiera?

¡Segundo JA!

¿Seguimos? Porque hay jas para dar y tomar, y no como los de cuando tenía unos cuantos años menos de Joven Aunque Sobradamente preparado, que rezaba aquel spot publicitario, porque esos más que jas son unos carcajeos para desencajarse la mandíbula. Pero que ¡oye! Igual que si nos podemos carcajear somos normales, eso de que la procesión va por dentro no se aplica en estas situaciones, solo en las que se quiere quedar bien mientras se hace oídos sordos. ¡¡Qué divertido es todo!! Mi manía de no seguir la corriente de lo que me dicen los demás tiene la culpa, no una enfermedad que yo empeoro por no hacer lo que me dicen todos aquellos que no tienen ni la más pajolera idea de lo que me pasa. De lo que es que se te acabe la pila  a las dos de la tarde, de lo que es tener que sonreír para que el manido: «¡Uy, a mi me pasa igual!», no retumbe en tu cabeza y al que si respondo como me gustaría, igual acabo en la cárcel...

Pero me niego tras estar enferma desde los 24 años, trabajar hasta los 32 con guardias y pacientes, con un ánimo que trabajo cada día física y cognitivamente gracias a mis fisios y neropsicóloga. ¿Que la gente normal vive mejor pensando que lo mío es teatro? Pues yo vivo mejor pensando que ellos no merecen un hueco en mi vida. Pero... ¿qué ocurre cuando esa gente normal es tu familia? No queda otra que tragarse la bilis, tomar melatonina, y en ocasiones orfidal, porque se empeñan en no desaparecer aunque poner el dedo en la llaga sea su solución para dormir más tranquilos por las noches. ¡Pues muy bien! ¿Quién dijo que sería fácil? Siempre habrá personas con situaciones mejores con las que compararse sea un salto sin red, y menos mal, porque a veces es peor el dolor de rebotar en la red que el de darse contra el suelo.

Así que decido sobrevivir a mí manera, aislarme del mundo conocido y esperar que algún día llegue un mundo desconocido donde ser como soy se considere NORMAL y JAS.