¡Otra más!

 

En pixbay de donde es la foto, la califican como una niña, pero yo tengo la misma mirada inquieta a la espera de Nochevieja... ¡¡otra vez!! ¿No había sido ya? ¡Ah, no! Eso fue Nochebuena, y todos los años igual... Tradiciones, imposiciones según se mire y tener que dar tu brazo a torcer; o eso hago yo, pero este año tras la mudanza...

¡¡Sorpresa!! En Nochebuena mi chico trabajaba por la mañana y decidí meterme en el papel. Ya sabéis, música navideña, felicitaciones —personalizadas que conste, no las mismas para todos los contactos del móvil—, wasaps en la cola desde hace tiempo sin recordar el porqué, ponerme guapa desde por la mañana y DISFRUTAR. Este año tenía que ser diferente y sí parecía serlo. Sonrisa nada forzada, total, estaba sola en casa, solo era para mí y decidí mimarme con pelis navideñas. Por la tarde, ya preparados dispuestos a salir de casa, mi hermana se cae de la convocatoria y sin dar explicación. Ya os podéis imaginar el cabreo/tristeza/mosqueo —todos los sinónimos que se os ocurran, no quiero ser mal hablada 😅—, y un peso enorme de toneladas inimaginables cae sobre mí. Ya volvían a ser las Navidades de siempre. Y al llegar a casa de mis padres... no hay dónde aparcar, así que se deja mal puesto con papelito correspondiente para encontrarnos y mi cabeza exigente hiper mega legal ya va provocando que mi estómago se cierre un poquito.

Y... ¡¡Otra sorpresa!!: "¡¿Pero cenábamos tan pronto?!" Tras más de doce años enferma, intentando cuidar mis hábitos para estar mejor nadie recuerda mis horarios trabajados con tanto esfuerzo, y claro, la exagerada soy yo, ¡mira que pido cosas!😤😨 Conseguí tragármelo todo sin que la bilis saliera por mis orejas. Pedir que se mantuviera ventilado el salón y tras años aislándome todo lo que puedo de prensa... noticias a todo tren —sin quedarnos sordos la noche no mola tanto—. Mi acojone no puede estar en niveles más altos; ganas de meterme bajo la cama en la que dormía cuando era pequeña, pero de nuevo esa voz... "no seas exagerada y agües la fiesta". ¿Fiesta? ¡¡¿¿Pero qué fiesta??!! Más bilis con sabor navideño. La mitad de la comida no me sentaba bien, así que vine de casa con mi infusión de jengibre y dejo que mi madre vaya sola a prepararlo olvidando que sus infusiones deben estar a 120º para ser disfrutadas, la bolsita en completo desacuerdo explota llegando a mi mesa con toda las hierbecitas nadando en el agua...

Hasta ahí. Entro en cólera, me levanto a trompicones frente a la mirada de mi pareja de "tranquila, no pasa nada, no montes el numerito" y esa mirada de paciencia infinita que el día que explote va a provocar un derrumbe allí donde esté. ¡Pero ay cuando nos ponemos frente a la televisión! Me doy cuenta de cuánto hace que no sintonizo canales que no sean de la plataforma que tengo en mi casa. El zapping no vale, todas son igual de... no sé cómo describirlo, ¿pero a alguien le interesa karaokes varios o presentadores más antiguos que el pis? En cuanto podemos volvemos a casa, trago de primperam y manta sobre la cabeza dentro de la cama.

¿Y ahora qué? No creo que la última noche del año sea igual, si a las doce todos los días estoy en el séptimo cielo y me tiene que despertar mi chico todos los años para que vea las campanadas antes de que lo hagan las petardos y fuegos artificiales varios, ¿cómo voy a aguantar? Soy una abuelita tan maja... Mi empatía con mis padres no permite que les deje solos y en la nueva casa aún no hay sillas decentes para todos, pero nada de esto quita que no felicite el nuevo año y la salida del antigüo. La educación es un grado y el mío está grabado a fuego aunque mi em de eso no sepa, se desconfigure y el año nuevo empiece entre reproches... 

¿Cómo son las vuestras? ¿Así de emocionantes? ¿No os alteran las horas, o sois aves nocturnas?