¿Respirar? Para qué...


 ¿Quiénes de vosotros recuerda aquel anuncio de televisión del juego de Operación? Podías sacar un huesito o el corazón... ¿no os viene la cancioncilla a la cabeza? A mí se me repetía todo el fin de semana pasado previo a mi operación deseando que dejaran mis huesitos y corazón tranquilos, ¡vaya época aquella de los noventa!


Vayamos a lo importante, gracias a Dios y que yo sepa, mi corazón no lo tocaron cuando me extirparon el útero y las trompas... ¿Os imagináis unas manos dentro de vosotros moviendo para arriba y para abajo que si vejiga, intestinos y órganos varios? ¡Qué diversión! Y yo con la anestesia general sin enterarme de nada. Bueno, miento, cuando me tumbaron en la camilla justo al pincharme en la mano oí cómo sonaba Fangoria en el quirófano, y no mentiré cuando digo que creo recordar el haber dibujado una sonrisa —bajo la mascarilla, claro— antes de zambullirme en un sueño más que reparador tras los preciosos ojos del anestesista. 

¡Y de nuevo otra sonrisa se dibuja en mi cara al recordar ese momento en el quirófano! ¿No podría ser así la vida? Previo a una situación cuanto menos difícil, otra que te haga olvidar tu presente más inmediato, o al menos dejarlo en un segundo plano. En fin, sigamos, que ahora viene lo divertido. Mentiré si digo que lo recuerdo, pero no, solo soy fiel a lo que me dijeron desde que empecé a recordar.... «solo se te veían los ojitos mientras no dejabas de tiritar", "quienes te trajeron te hacían bromas pero solo les mirabas mal"»... ¡Cómo no les iba a mirar mal si cada vez que intentaba alguien hacerme reír parecía que los puntos iban a salir volando sin paracaídas y el dolor en la barriga era mortal! Sería la borde, sí, pero al menos sin provocarme dolor... Pero esperad, que ahí no acaba la cosa. Me repetían que tenía que andar o sentarme al menos, pero antes si quiera de intentarlo, un ataque de hipo. ¡Qué jolgorio, por favor! Con cada hipido, un puñalada en cada punto, un dolor atroz que no había manera de evitar frente al "es normal" de los sanitarios que por ahí andaban. Mejor no reproducir lo que se me pasaba por la cabeza decir y gracias a Dios no decía, no fuera a ser que tomaran revancha cuando estuviera en sus manos durante las curas.

Una que es cabezota, no quería ni oír hablar acerca de rendirse ni sucumbir al dolor. También es cierto que tanto quitar hierro como lo intentaban mis familiares me ponía de muy mala leche, y prefería un punto fuera a mi dignidad magullada; lo que tiene el orgullo ¡vamos!, nada nuevo en mí. Con el alta en mano y hecha un bicho bola, llegamos a casa con el santo varón de mi pareja dispuesta respirar fuera de los virus hospitalarios, pero noooooooooooo..., ¿qué es eso de respirar? ¿Quién necesita hacerlo? Yo cogía aire a poquitos, no fuera a ser que despertara al dolor, o en su defecto, al diablillo que seguro se metió en mis tripas durante la operación.

¿Y la noche? ¿Ese momento de paz y tranquilada donde se recuperan fuerzas? Las mías estaban a otras cosas. ¿Dónde? Lo desconozco, solo puedo asegurar que muchas andaban liadas en darme por c...... o donde les pareciera. ¡Ay, bendito sueño reparador qué en tan poco tiempo perdí! Mientras desayunaba con la luz del sol de un nuevo día de fondo, un picor divertidísimo me llevó a levantar la camiseta y olé..... Allí estaba, frente al espejo, un color rojizo a la par que poco sano, llevaba a mis manos a lijar mi tripa sin descanso. Y vuelta a la casilla de salida; ahí estábamos en el coche con dirección  al hospital. Un urbason en el culo y una receta de antiestamínicos para parar un tren en mi bolsillo, ante una alergia de la que desconocían su origen. 

Pues ¡ala! Más drogas y apósitos. ¿Fueron las drogas? ¿Los apósitos? Igual hay que preguntar al presentador de Cuarto milenio qué fue lo que atrajo todo hacia mí, mi cuerpo y mi salud. ¿Tan bien trato a todo lo que se acerca? Esa pregunta igual la tenéis que contestar vosotros, porque de hacerlo yo, sería demasiado presuntuoso... ¿Qué me decís?










No hay comentarios:

Publicar un comentario